AS CRIANÇAS E O VENTO

incursões no mundo da fantasia em prol do ambiente

Resumen

La naturaleza sólo se comprende cuando caminamos a través de ella y nos convertimos en parte integral de ella, decía Henry Thoreau en Walden, La vida en los bosques, respecto a la sensación de libertad que un paseo al aire libre, por el bosque, puede aportar al caminante. Es delicioso cuando el cuerpo es de un solo sentido y succiona placer por cada poro (Thoreau,1999:149). Esta extraña libertad crea una afinidad con las hojas que revolotean, que quitan el aliento, especialmente cuando el viento sopla y ruge, levanta las hojas y lanza advertencias: una especie de centinela en la tierra, advierte al conejo que huya del zorro y alerta a los niños sobre la velocidad y la ligereza, animándolos a correr tras las hojas y jugar con ellas en el espacio. Porque el espacio es fundamental para el ser humano en general, y para los niños en particular, es un indicador de lo que se puede hacer. Cuando no tienes un bosque, ¿no viajas? ¿Puedes imaginarlo?

En este texto, y a partir de una reflexión sobre las formas de jugar al aire libre, sugerimos al lector que trate de pensar en lo que siente un niño que no corre con el viento, no lo siente en la cara, no recoge hojas, no juega con animales, pero al final tiene que construir historias. Un niño que no juega al aire libre, sino que respira el aire saturado de un aula cerrada, llena de gente donde el viento no siente ni circula excepto en el invierno de las tormentas. Nuestra reflexión se extiende a la institucionalización de la infancia y además a los espacios y tiempos a los que acostumbramos a los niños. A lo largo de la narración, que surge de nuestro trabajo con los niños, pero también con los adultos que trabajan con ellos, recordamos la necesidad de reubicar el tema de la naturaleza desde la escuela, para pensar desde el acto de jugar y el juego que permite la toma de conciencia al medio ambiente y a diferentes ecosistemas.